Aun siento verter el jarro,
en la calidez de mi espalda,
de helada agua fría,
de cómo quema la noticia,
de qué pensar y hacer,
de si es cierto o mentira.
De verdad, no lo es,
dime, Dios, que no es cierto.
Aun me dura aquel palo,
desencajada la cara, siento,
un cachetón en toda regla,
una paliza a la moral,
un castigo sin motivos,
una vergüenza a la realidad,
De verdad, no,
dime, Dios, que no es cierto.
Aun no reacciona mi alma,
en un rincón de mi vacío,
el por qué, no tienes causa,
el por qué, no hubo motivo,
el por qué, no hizo daño,
el por qué, llevarte un hijo.
De verdad, Dios,
dime, Dios, que no es cierto,
al menos dime,
que lo has llevado contigo.
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